Si un avaro te ofrece dádivas, hay que tomárselo con pinzas profilácticas

 

Mouris Salloum George* 

Tanto tiempo de baronesa y no saber menear el abanico, dice una conseja popular. En otros términos, el que no aprende de sus errores, está condenado a repetirlos. Lo advierte la Filosofía.

 

Va a hacer medio siglo que el planeta fue sacudido por un implacable terremoto: Las siete hermanas fueron puestas de rodillas. Pero dice otra lección, hay quienes se doblan, pero no se quiebran.

 

En 1973, la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), en un pacto no tan secreto desde Suiza, se propuso manipular el mercado, reguló a su interés la producción, embargó el suministro a potencias europeas consumidoras y los precios internacionales del crudo se dispararon hasta la estratósfera.

 

Plena cuestión de soberanía energética, ¿de parte de quién?

La OPEP se gestó en 1962 y a poco tiempo fue reconocida por la ONU. Los impulsores originales fueron Arabia Saudita, Kuwait, Irán, Irak Venezuela. (Tomar nota de la dimensión territorial en Medio Oriente).

 

Para algunos historiadores, esa iniciativa fue, en estricto rigor, un movimiento de liberación nacional de cara a las colonialistas Siete hermanas que dominaban entonces el universo petrolero. La soberanía energética sería el leitmotiv.

 

El pacto de 1973 generó un reacomodo geoestragico que puso en alerta a los barones que dirigen el mundo financiero desde Nueva York y la City de Londres.

 

Una leyenda que tiene grandes signos de verosimilitud

En el entorno de la crisis, México fue invitado a formar parte de la OPEP. El gobierno mexicano declinó la invitación, argumentando el régimen constitucional vigente entonces para Petróleos Mexicanos (Pemex). Acaso el trasfondo fue que Arabia Saudita era, es, gobernada por una rapaz dinastía e Irán por el no menos rapaz Sha.

 

Como sea, la leyenda informa que, en nombre de Arabia Saudita, el Ministerio del Petróleo ofreció a México, en un solo libramiento, financiamiento bastante para solventar el pago de la deuda externa total. Diplomáticamente, el Estado mexicano agradeció la oferta.

 

Acaso no haya tanto de leyenda en ese asunto: Después del 73 (pueden leerse las memorias de Richard M. Nixon), México y Venezuela fueron marcados en el mapa petrolero como reservas estratégicas del imperio anglosajón. Hasta los días trumpianos. Díganlo si no, las acechanzas de los halcones de Washington sobre el régimen bolivariano.

 

Dígalo si no, el retorno de las hijas y nietas de Las siete hermanas a México, a invitación de Enrique Peña Nieto, para darle soporte a su contrarreforma petrolera: Traición a la Expropiación Petrolera de 1938.

 

La capacidad de almacenamiento de crudo en EU, hasta los topes

Por estos días, hemos escuchado lo que se dice alabanza en boca propia (… es vituperio) en voz de algunos funcionarios mexicanos, por su papel jugado en las sesiones de la OPEP y en el acuerdo para destrabar la crisis de producción.

 

México no aceptó reducir su producción diaria de crudo en los términos que se le exigían. Sólo redujo 100 mil barriles diarios. El diferencial fue asumido generosamente por Donald Trump. En estos espacios se cuestionó: ¿A cambio de qué?

 

En las recientes horas, en cadenas de televisión de los Estados Unidos hemos escuchado que la capacidad de almacenamiento de crudo en territorio gringo ha sido rebasada con sobradía. Sus dueños estarían dispuestos a regalar el oro negro al primero que pase por enfrente. Es que el costo del inventario almacenado sería superior a su renta en los mercados a futuro.

 

¿Qué informa lo anterior? Que los especuladores estadunidenses estuvieron dedicados maliciosamente al acaparamiento en previsión  de contingencias como las que nos trajeron Los idus de marzo. ¿Generosidad del anaranjado inquilino de la Casa Blanca? A otro perro con ese hueso.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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